17 abril 2008

ESTRENO DEL NUEVO SINGLE DE MANOLO GARCÍA



Prueba a ser una nube, a flotar, alcotán sobre praderas.
Prueba a surcar ríos, a luchar por ellos,
A sentirte arcilla y caña de ribera.
Laurel en gota que espejea
Y errar cometa vegetal sin hilos
Prueba a surcar ríos aunque el agua solo llegue a tus rodillas
O te cubra y esté fría.

Verás que hay más
Que la corona de espinas bajo la que te resguardas,
Verás que hay más,
Verás que el mundo gira más…

Por eso no estés triste, amor.
Por eso no estés triste…
Por eso no estés triste amor,
Que no estés triste.

Antes que la tristeza sea de suela de zapato
Humildad y camino
O letra de abecedario,
Ser látigo y restallar a la modorra los sentimientos,
Ladera para que resbalen las penas.

Por eso no estés triste, amor.
Por eso no estés triste…
Por eso no estés triste amor,
Que no estés triste.

Prueba a ser arlequín,
Regalar inasible tu entereza.
Prueba a surcar ríos, a luchar por ellos,
Sentir que reverdeces, que creces en la entrega.
Tropel, caudal de mieles turbias,
Barquito liberado a la corriente.
Prueba a surcar ríos aunque sean ramblas de cantos
Si consigues alejarte de ti misma…

Verás que hay más
Que son rosarios de lamentos bajo los que te marchitas,
Verás que hay más
Verás que el mundo gira más.

Por eso no estés triste, amor.
Por eso no estés triste…
Por eso no estés triste amor,
Que no estés triste.

(QUE BUENO ES, VIVIR PARA ESCUCHAR ESTAS MARAVILLAS. EL 13 DE MAYO SALE EL DISCO, MERECE LA PENA COMPRARLO Y VERLO EN DIRECTO)

09 abril 2008

BOSTEZAR... PA QUEDARSE BOQUIABIERTO.

El otro día me hicieron una pregunta de esas que le gustan al Luitro "Qué es un bostezo , para qué sirve?", y como no me gusta quedarme sin responder busque información pensando que sería algo sencillo, pero me equivocaba es una pregunta difícil de responder. Aquí os dejo lo que encontré.



La mandíbula se tensa, la boca se abre e inspira una gran cantidad de aire. Luego sigue una rápida espiración, acompañada por una sensación de bienestar. Basta con leer esta descripción para sentir ganas de bostezar, un gesto tan cotidiano como incomprendido por la ciencia. Comer, hablar, mirar... muchas de las acciones que se hacen a diario tienen una función obvia. No es el caso.

“Ver un perro o un caballo bostezando me hace sentir que todos los animales están construidos con la misma estructura”. Así expresaba Charles Darwin en sus notas de 1838 la universalidad del ademán. Causado por el cansancio, el aburrimiento o la digestión, aparece prácticamente en todos los vertebrados, lo cual sugiere un origen muy antiguo; probablemente se remonta al ancestro común de todos estos seres vivos. La supervivencia del bostezo, prácticamente inmutable durante millones de años, indica que debe tener una función evolutiva fundamental. De hecho, los fetos humanos de 15 semanas ya lo experimentan. ¿Sirve para “enfriar el cerebro”? ¿Para despertar la atención? ¿O más bien está relacionado con la excitación sexual? Hasta ahora no se han encontrado respuestas definitivas.

El patriarca de los médicos, el griego Hipócrates, fue el primero en escribir algo al respecto. Según su hipótesis, se trata de un sistema para expulsar el “mal aire” de los pulmones o para regar el cerebro. Su Tratado de los vientos intentaba demostrar que el origen de todas las enfermedades era el aire, por lo que consideraba este acto como una mala señal, un presagio de fiebre. Luego se sucedieron otras teorías, pero quedó relegado como un tema menor en la medicina. Sólo apareció un nuevo punto de vista a mediados del siglo XIX, cuando los neurólogos franceses Jean-Martin Charcot y Georges Gilles de la Tourette se pusieron a estudiar casos de mujeres en los cuales el bostezo compulsivo acompañaba la entonces llamada “histeria”. Los trabajos de Charcot inauguraron un enfoque muy fructífero en este campo: el de las neurociencias.

Los pacientes de Parkison apenas lo experimentan

Abrir la boca involuntariamente desencadena un verdadero torbellino de señales bioquímicas en el cerebro. La dopamina, la oxitocina, la acetilcolina, la serotonina o la hipocretina son algunas de las sustancias que intervienen en el complejo e incomprendido proceso neuronal que se activa cuando bostezamos. La dopamina, en concreto, parece jugar un papel crucial. Efectivamente, esta sustancia escasea en el cerebro de los enfermos de Parkinson, que también presentan una casi total desaparición de ese comportamiento. Algunos fármacos que alivian el mareo en los viajes inhibiendo la acetilcolina también reducen de forma notable su frecuencia. Finalmente, los científicos han detectado la aparición de hormonas sexuales y sustancias opioides durante el proceso. Las primeras podrían estar relacionadas con las erecciones que a veces se producen entre los hombres, mientras que las segundas atenuarían nuestra capacidad de reaccionar, convirtiendo el bostezo en algo imposible de parar.

¿Pero acaso toda esta maquinaria cerebral se activa para disparar una simple señal de aburrimiento? Conducir, leer, esperar, viajar en transporte público... las actividades monótonas y repetitivas son las situaciones en las que nos asaltan con mayor frecuencia. Otras ocasiones que favorecen esta manifestación no parecen más complejas: los momentos antes de acostarse y los que siguen al despertar, la sobremesa de una comida abundante, las horas de ayuno o el mareo en los viajes. Ninguno de estos escenarios parece justificar la complejidad cerebral y la permanencia milenaria del bostezo.

Hay un conjunto de circunstancias que no se caracterizan por hastío, cansancio o plenitud gástrica y que también lo provocan: los atletas antes de las competiciones, los paracaidistas en los momentos previos a su primer salto, los estudiantes cuando se tienen que enfrentar a un examen, los músicos que se preparan para dar un concierto... Parece que la maquinaria cerebral que desencadena el bostezo se activa antes de un acontecimiento importante, en concomitancia con un estado de alerta y vigilancia. Estas mismas circunstancias se dan en el mundo animal. En muchas especies, bostezar precede al apareamiento. Los peces luchadores siameses machos lo experimentan antes de atacar a un rival. En los zoos, es muy común ver leones o simios abriendo la boca cuando queda menos de una hora para comer. Asimismo, los depredadores suelen hacerlo antes de ir de caza y las hienas mientras rodean una carroña.

No es cierto que sirva para oxigenar el cerebro

Tales observaciones han proporcionado los indicios para desarrollar la teoría más difundida en la actualidad. El viejo argumento –que todavía sigue circulando– según el cual serviría para “oxigenar el cerebro” ha quedado totalmente desacreditado. En los años ochenta, Robert R. Provine, psicólogo de la Universidad de Maryland (EE UU), se tomó la molestia de ponerlo a prueba. Pidió a un conjunto de estudiantes que pensaran en el acto que pretendía estudiar mientras inhalaban aire con distintas concentraciones de CO2. De promedio, los voluntarios reaccionaban bostezando unas 24 veces por hora, al margen de la concentración de dióxido de carbono. Por tanto, el experimento excluyó el aporte de oxígeno como explicación al comportamiento. Un colega de Provine, Ronald Baenninger, de la Universidad Temple, en Filadelfia (EE UU), decidió atacar el problema de frente. Proporcionó a varias personas un equipo portátil pidiéndoles que apretaran un botón del aparato cada vez que les acometía un bostezo. Después de recoger datos durante dos semanas, Baenninger averiguó que la mayor frecuencia se registraba unos 15 minutos antes de alguna actividad que requería especial atención o entrega.

El cuerpo se resiste así a desconectarse del entorno

El experimento confirmaba que debe ser un sistema para incrementar la alerta en los animales. Esto parece obvio para los actos sexuales o la caza, pero su manifestación durante los momentos de cansancio o aburrimiento también se podrían explicar como un intento del cuerpo de resistirse a caer en un estado de desconexión con el entorno.

Sin embargo, esta teoría no explica el fenómeno más sugerente: el bostezo “contagioso”, que sólo experimentan humanos y ciertos primates. Asimismo, por mucho que unos padres expresen así su cansancio, nunca serán emulados por el bebé que los mantiene despiertos con su llanto. Un experimento realizado en 2003 por los psicólogos James Anderson y Pauline Meno, de la Universidad de Stirling, en el Reino Unido, demostró que esta conducta no surge antes de los 5 o 6 años.

Otra investigación realizada en 2007 por un equipo que coordinaba el psicólogo Atsushi Senju, de la Universidad de Londres, reveló que los niños autistas tampoco se infectan. La total desaparición del fenómeno en individuos con una escasa empatía lo vincularía, pues, con la capacidad de conectar con el prójimo. Dicha empatía tiene una función evolutiva fundamental. Por ejemplo, cuando una paloma siente que se acerca un peatón, levanta el vuelo y toda la bandada la sigue inmediatamente, aunque la mayoría de los ejemplares ignore la causa de la alarma.

Bostezar en grupo puede ser una ventaja evolutiva

En 2005, un grupo de neurocientíficos alemanes y suecos, coordinados por Riita Hari, de la Universidad Tecnológica de Helsinki, en Finlandia, descubrió que durante el “bostezo contagioso” se activa el surco temporal superior del cerebro, la misma estructura que funciona en la percepción del movimiento de ojos y boca. Como demuestra el uso de los emoticones en correos electrónicos y en los sms, tales ademanes son el vehículo principal para percibir las emociones de nuestros semejantes. Así pues, esta pulsión colectiva podría haberse consolidado a lo largo de la evolución como una herramienta para “propagar” el estado de vigilancia en un grupo. Aún se desconoce si es así, pero lo que nadie puede negar es la fuerza irrefrenable que nos empuja al bostezo. ¿Acaso no ha abierto la boca más de lo normal mientras leía este artículo?

Michele Catanzaro

03 abril 2008

LA PAMPLINA DE LA SEMANA: Lo que me mandan al correo

Esta semana os dejo con un correo que me envió mi amigo el Cozar, se llama ampliando vocabulario. Cuando lo leí me harte de reír.

INESTABLE: Mesa norteamericana de Ines.

ENVERGADURA: Lugar de la anatomía humana en dónde se colocan los condones.

ONDEANDO: Onde estoy

CAMARÓN: Aparato enorme que saca fotos.

DECIMAL: Pronunciar equivocadamente.

BECERRO: Que ve u observa una loma o colina.

BERMUDAS: Observar a las que no hablan.

TELEPATÍA: aparato de TV para la hermana de mi mamá.

TELÓN: Tela de 50 metros ... o más.

ANÓMALO: Hemorroides.

BERRO: Bastor Alebán.

BARBARISMO: Colección exagerada de muñecas barbie.

POLINESIA: Mujer Policía que no se entera de nada.

CHINCHILLA: Auchenchia de un lugar para chentarche.

DIADEMAS: Veintinueve de febrero.

DILEMAS: Háblale más.

MANIFIESTA: Juerga de cacahuetes.

MEOLLO: Me escucho.

TOTOPO: Mamamífero ciciciego dede pepelo nenegro que cocome frifrijoles.

ATIBORRARTE: Desaparecerte.

CACAREO: Excremento del preso.

CACHIVACHE: Pequeño hoyo en el pavimento que está a punto de convertirse en vache.

ELECCIÓN: Lo que expelimenta un oliental al vel una película polno.

ENDOSCOPIO: Me preparo para todos los exámenes excepto para dos.

NITRATO: Ni lo intento.

NUEVAMENTE: Cerebro sin usar.

TALENTO: No ta rápido.

ESGUINCE: Uno más gatorce.

ESMALTE: Ni lune ni miélcole.

SORPRENDIDA: Monja en llamas
 
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